Hay momentos en los que ni siquiera tú mismo sabes qué es lo que quieres
Cierto es
que, desde primero de Eso hasta tercero, mi asignatura favorita solía ser
biología, sin embargo, a partir de tercero me percaté de que asignaturas como
historia, y especialmente lengua, me empezaron a captar mi atención y a
cautivarme, tanto que en cuarto llegó mi dilema existencial, ya que llegado ese
punto no sabía si decantarme por letras o por ciencias. Bien es cierto que las
mates y la química nunca han sido mi fuerte y tampoco me han gustado
especialmente, de hecho, siempre han sido las dos materias que más he
repudiado, aunque finalmente, sin saber muy bien qué hacer, elegí la rama
científica. Durante cuarto de la ESO, sin duda alguna, me encontré muy cómoda
con la decisión que había tomado, ya que ese año las asignaturas de biología y
otra nueva llamada “cultura científica” me ganaron el corazón. Debido a esto,
yo fui muy decidida a elegir la modalidad científica, y aquí vino el peor año
de mi vida académicamente hablando. Fueron muchos factores los que
intervinieron al declive, incluyendo por tanto algunos de los profesores, que a
mi parecer no estuvieron muy acertados, el grandísimo cambio que supuso el
cambio de ciclo, la dificultad del contenido en sí, etc. Así, este año supuso
una decepción por mi parte en relación a prácticamente todas las materias, ya
que no me sentía nada motivada por aquellos que las impartían, incluso
filosofía, que me resulta una asignatura realmente interesante, se convirtió en
un completo sufrimiento, de modo que se
salvaron excepciones como cultura científica.
Pero de repente...
Pero bueno,
como se suele decir, una estrella brilla en su máximo esplendor cuando la noche
es más oscura. Quizás sí que sea cierto,
ya que entre todo el caos de este año encontré a la profesora que me cambió mi
manera de ver el instituto y me motivó más que nadie a decantarme por algo al
fin. Esa fue Tamara, una profesora de inglés que llegó nueva ese mismo año.
Sigo sin entender como lo conseguía, pero ha sido la única profesora que ha
conseguido que de verdad disfrutara en una clase, hasta tal punto de que de
verdad nunca quería que acabara la hora de inglés. Me pareció realmente
increíble la manera en la que, mediante su esfuerzo consiguió transmitirme a mí
misma su entusiasmo por el inglés e hizo
que me interesara por una carrera que en mi vida me habría imaginado que
terminaría estudiando, filología
inglesa. Realmente me da mucha pena que ya termine mi etapa en el instituto y no poder darle las gracias por ayudarme a aclarar mis ideas y
a motivarme tantísimo
En cuanto a
segundo de bachillerato, académicamente hablando, no han cambiado demasiado las
cosas, aunque bien es cierto que los profesores de este año me resultan mucho
más cercanos y, a mi parecer, están mucho más implicados en que nosotros los
alumnos saquemos mejores notas, lo que sin duda resulta de gran apoyo en un año
tan duro como este, y más con la
situación que estamos viviendo
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